Abrucena fue el destino durante el pasado fin de semana del Circuito Provincial de Rutas y Senderos. La actividad comenzó con la bienvenida por parte del alcalde y diputado provincial Antonio Torres. Posteriormente se inició el sendero desde la plaza del ayuntamiento. El camino discurre por el municipio de Abrucena, en el valle del Río Nacimiento, entre la ladera de Sierra Nevada y la solana de las estribaciones de los Filabres.
El pueblo, asentado en la cúspide de un cerro, se localiza a poca distancia de la autovía A-92 y rodeado de una vega donde resaltan los cultivos en terraza y numerosos y densos olivares. Hablar de Abrucena es hablar de paisajes con historia y esfuerzo humano por subsistir en un lugar tan agreste y hermoso como es la Sierra Nevada almeriense. Desde el principio de los tiempos sus habitantes han trabajado en la sierra construyendo bancales donde poder desarrollar una agricultura totalmente de subsistencia. El sendero circular del Castillejo- La Jairola, de 11 kilómetros, discurre por varios de los parajes más emblemáticos de esta sierra.
El recorrido tiene multitud de antiguos caminos de herradura y con este tipo de rutas recupera su uso ancestral. Por uno de ellos comenzaron los senderistas la subida hacia el Castillejo, que se localiza en un cerro justo enfrente del actual pueblo, considerándose el primer emplazamiento de Abrucena. Hoy día sólo quedan sus ruinas, pero se trata de un lugar mágico y desde el cual se domina todo el territorio circundante.
El grupo pasó cerca del Cortijo La Olivilla y después por un barranco, comenzando otra subida hasta el Cortijo del Haza Mocha, hoy en ruinas. Tomaron la última subida y por una pista iniciaron un descenso que les llevó a otros cortijos con historia como son La Abubilla, hoy restaurado y dedicado al turismo rural. También se encontraron con la cortijada más emblemática de la sierra de Abrucena, Los Monjos, cuyos orígenes se remontan al año 1.507, nada menos que 500 años de antigüedad.
Una vez pasados los cortijos, abandonaron la pista y bajaron hacia el Camino de la Jairola, donde aún encontraron feraces huertas regadas gracias a una antigua acequia, alimentada por el río de Abrucena y que recoge las aguas del deshielo. Acequia, posiblemente construida por los antiguos moradores musulmanes del Castillejo en época medieval. En el camino de La Jairola localizaron chumberas, nogales, chopos y diferente vegetación que en eta época del año cambia su hoja dejando una mezcla de colores impresionantes.
Al terminar el camino y bajo la mirada del Castillejo, pasaron por debajo de un túnel y se adentraron en las primeras calles del municipio para terminar de nuevo en la Plaza del Ayuntamiento.