El Teatro Cervantes ha sido escenario este mediodía de la tercera de las mesas redondas de la programación de FICAL de este año, la segunda de las dedicadas a esa relación entre ‘Cine y Televisión’ que ha ido cambiando a lo largo de los años hasta romper hoy casi del todo esa distinción que considera a una por encima de la otra. Para ello, cuatro voces que vienen a representar a dos generaciones distintas. Los experimentados Eduardo Noriega (Tesis, Abre Los Ojos) e Irene Visedo (Cuéntame, El Espinazo del Diablo) por un lado y las emergentes Elisabet Casanova (Merlí, Las Leyes de la Frontera) y Almudena Amor (La Abuela, El Buen Patrón).
Irene Visedo y Eduardo Noriega comparten veteranía y vivencias con Almudena Amor y Elisabet Casanova que viven ahora sus primeros éxitos
En una mesa redonda moderada por Luis Alegre, pese a esas formales diferencias de edad, lo cierto es que los cuatro protagonistas han mostrado su amor en común por una profesión “que es apasionante y además rejuvenecedora”, afirmaba Eduardo Noriega, que ha comenzado bromeando sobre que de un tiempo a esta parte jóvenes se hacen fotos con él diciendo “mi madre es súper fan, hasta que hace unas semanas en Malta me dijeron ‘mi abuela es súper fan’”.
Sobre ese paso del tiempo Noriega considera que “el balance que hacemos va cambiando con el tiempo dependiendo de la época en la que te encuentres. Esta profesión es inestable, lo mismo tienes la autoestima por las nubes que te sientes indefenso, pero al final siempre tienes la sensación de ser muy afortunado porque además esa sensación de vértigo acaba enganchando y todas las vivencias ayudan a tener más herramientas para dotar al personaje. El actor no deja de formarse nunca y siento que todavía me queda mucho por hacer”.
Sobre este tema, Irene Visido también hacía referencia a la sensación del paso del tiempo. “Está claro que hay cosas como ‘Cuéntame’ que se van a quedar en la memoria colectiva y personal para siempre, pero hace poco me invitaron a un homenaje a Mercedes Sampietro y no recordaba en qué película habíamos coincidido. Era El Hombre de Arena”.
Recordar el momento en que uno decide dedicarse a la interpretación y las alternativas si ‘el plan A’ sale mal también ha sido otro de los aspectos compartidos. Visedo ha explicado que lo tuvo claro con 12 o 13 años y que “tenía siempre películas de fondo aunque estuviera haciendo otra cosa. Sobre una alternativa, siempre te lo planteas, pero al final, ¿el tiempo que dedicas a un plan B te quita energías para un plan A?”.
El caso de Elisabet viene de familia. “Mi madre era mezzosoprano y esa incertidumbre de vivir sin horarios de oficina, de tener rachas buenas y rachas malas, siempre lo he vivido y por eso no me es ajeno”. Distinta situación es de Almudena Amor, que casi que empezó por ‘el plan B’. “A mis padres les daba miedo que con 18 años lo de querer estudiar interpretación fuera un capricho y acabé estudiando Publicidad. Cuando me vi en la oficina, con un horario y unos márgenes vi que no era lo mío. Siempre tuve claro que mi pasión era ser actriz y mis padres entonces ya lo vieron más claro”.
Los participantes en la mesa redonda han mostrado su opinión unánime sobre la doble lectura que tiene la profesión, como oficio, habiendo casos que permiten una gran longevidad como una manera de seguir manteniendo la ilusión y la vida, con los casos de José Sacristán, Héctor Alterio, María Galiana o Lola Herrera, o incluso la maquilladora de 81 años del último rodaje de Ernesto Noriega, pero también que es cruel y dura. “Conozco actrices que después de ganar el Goya han tenido que ir a devolver el traje de la gala en metro porque tampoco se podía permitir coger un taxi para ir y venir. Es muy sintomático de que no es todo como parece”.
Al final, Almudena y Elisabet se quedan con los procesos que están viviendo, como un fantástico 2020 para la primera y todos los matices que tienen los trabajos en el caso de la segunda, mientras que Eduardo Noriega compartía como momento mágico sus vivencias y primeros cortometrajes amateur con Alejandro Amenábar e Irene Visiedo ese salto de producción que vivió al participar en el rodaje de El Espinazo del Diablo. “Siento que mi carrera en el cine hubiese sido diferente si no hubiese sido por ‘Cuéntame’, que todos sabíamos que iba a ser un éxito pero no de tanta envergadura”, ha asegurado.
Por último, también ha habido consenso en el fin de la disyuntiva entre cine y televisión, puesto que los que antes consideraban a los actores y actrices en compartimentos estancos entre cine, televisión o teatro, han acabado dirigiendo series y dándose cuenta de que al final la magia de crear personajes y el oficio de contar historias se realiza ahora con la misma pasión.