Entre la rica y variada oferta turística de ‘Costa de Almería’ destacan desde playas urbanas hasta puertos de montaña pasando por el único desierto de Europa, calas y acantilados y destinos de interior en los que aún puede disfrutarse de la esencia de años atrás,
en los que la calma y el sosiego invitan a disfrutar de la naturaleza y de una más que sabrosa gastronomía. Es el caso de dos municipios de la Comarca de Los Filabres, Benitagla y Benizalón, son dos enclaves de la provincia que ofrecen al visitante una propuesta rural y natural única.
Benitagla es un coqueto municipio situado en la Sierra de Los Filabres, en un paisaje semiárido en el que predomina el cultivo del almendro y el olivo. Durante la visita a Benitagla, el turista puede disfrutar de su gran entorno natural paseando por el ‘Mirador de las Eras’ desde el que se ve el Santuario de Monteagud y la Torre de Alhabia; su sencilla iglesia dedicada a San Juan y a la Virgen de la Piedad; el ‘Castillico’ que es una torre de alquería musulmana desde la que se podía divisar los torreones de Alhabia y la Torrecilla y los encinares de la rambla y especies de más de cien años de antigüedad como la Acacia que plantaron los propios vecinos del pueblo.
Una de las actividades económicas que unió a Benitagla con Benizalón (aunque ésta última generara mayor volumen) fue la producción de tejidos de seda, que fue pasando por diferentes pueblos a lo largo del devenir histórico de la provincia, de los mudéjares a los moriscos hasta llegar a manos de los cristianos con la reconquista.
También en la Sierra de los Filabres, en el valle que se forma entre los montes Picachón, el mítico Monteagud y el Cerro Magregorio, Benizalón tiene unas vistas privilegiadas a las Sierras de Gádor, Nevada, Almagrera, Segura y los Vélez. En su visita, el turista no puede pasar sin ver la iglesia de la Virgen de Las Angustias, levantada sobre la antigua mezquita; la Plaza de la Constitución, punto de encuentro social por excelencia del municipio; el despoblado de Benimina, situado entre los parajes de El Almendral, Era Alta y La Galera y que corresponde a un antiguo acuartelamiento con casa señorial y treinta viviendas más, tres tiendas, y un cementerio próximo del que apenas se conservan restos de los muros de la fortaleza y el que más fervor despierta entre los almerienses y vecinos de alrededor, la ermita de Nuestra Señora de Monteagud, ubicada en el cerro del mismo nombre sobre el solar de una rábita musulmana llamada Montahur y en el que se dice que apareció la Virgen de la Cabeza. Un enclave que se ha convertido en uno de los centros de peregrinación por excelencia de la provincia.
Junto a la vertiente cultural, ambos destinos se han consolidado dentro de la oferta de rutas senderistas entre las que han tomado un gran auge las conocidas ‘Rutas del Almendro en Flor’ que se celebran durante la primavera. Una propuesta para practicar deporte en la naturaleza en la que se une la posibilidad de disfrutar de la cuidada gastronomía de la zona y que la caracterizan platos basados en harina, hortalizas, legumbres y productos derivados del cerdo principalmente como las migas, gachas con caldo, los gurullos, todo tipo de guisos y productos derivados del cerdo y la matanza. En su repostería destacan los soplillos de huevo y almendra, mantecados de miel, rosquillos de vino, roscos de aguardiente, roscos de naranja, almendrados, suspiros, alfajores de almendras, empanadillas rellenas, y cuajao de almendras entre otras delicias.
El diputado de Turismo, Javier Aureliano García, insiste en “la labor que desde el Servicio Provincial de Turismo de la Diputación de Almería se realiza para la promoción y difusión de los productos y recursos turísticos que tiene el interior de la provincia”. Asimismo, ha aprovechado esta oportunidad para invitar a los propios almerienses y visitantes potenciales a conocer los enclaves privilegiados del interior de la provincia como éste.