El futuro Museo del Realismo Español que albergará el Hospital Provincial ya cuenta con las primeras cuatro esculturas que formarán parte de su colección. Se trata de cuatro torsos del conjunto ‘Juventud’ que los artistas Antonio López y Andrés García Ibáñez han donado a la Institución Provincial para que formen parte de la primera gran colección de este espacio museístico que se ubicará en el casco histórico de la ciudad.

Los torsos del conjunto ‘Juventud’ han sido donados a la Institución Provincial por los artistas Antonio López y Andrés García Ibáñez para completar las más de 50 obras pictóricas que albergará este espacio museístico de la ciudad

El presidente de la Diputación ha agradecido a los artistas su implicación con el proyecto y con la proyección cultural de la provincia: “Hoy damos un paso más con la donación de manera generosa de estos cuatro torsos. Esperemos que la colección siga creciendo hasta la apertura del Museo y posteriormente y que la vinculación de la Diputación con estos dos artistas siga creciendo”.

Asimismo, García ha puesto de manifiesto el gran valor añadido que tiene el Museo del Realismo antes de abrir sus puertas: “El Hospital Provincial es el proyecto cultural más ambicioso de la historia reciente de nuestra provincia. Estaremos eternamente agradecidos por todo lo que hacéis por Almería y por todo lo que aportáis. La Diputación siempre estará al lado de cualquier iniciativa que suponga enriquecer y beneficiar a la provincia”.

El presidente de la Fundación Ibáñez-Cosentino ha explicado que los cuatro torsos que se expondrán durante dos días en el Patio de Luces de la Diputación “forman parte de la colección permanente que tendrá este Museo y cuyos fondos serán aportados por la Fundación desde el momento en el que empiece a musealizarse. No obstante, queríamos que estas obras formaran ya parte de este gran proyecto cultural y de la Diputación Provincial”

Por último, Antonio López ha “la historia de la esculturas es expresar con el mayor realismo posible el retrato de los dioses y las personas. Ya en Egipto las esculturas estaban policromadas, la dama de Elche estaba policromada y lo que tratan es de expresar cercanía. Estas obras son la continuidad del lenguaje de las esculturas en las que la policromía tiene un papel muy importante”.

María, Miguel, Ana y Javier

En 2016, los artistas Antonio López García (Tomelloso (Ciudad Real), 1936), Julio López Hernández (Madrid, 1930-2018) y Andrés García Ibáñez (Olula del Río (Almería), 1971) recibieron un encargo de la Ciudad Autóno­ma de Melilla para la realización de una escultura monumental en bronce; una figura de colosales dimensiones que una vez finalizada habría de ubicarse mirando al Mar Mediterráneo.

El fallecimiento de Julio en mayo de 2018 dejaba el trabajo en manos de Antonio y Andrés, quienes, continuando la idea original convenida por los tres maestros realistas, decidían modelar cuatro figuras distintas para ofrecer a las autoridades de Melilla diversas alternativas: dos torsos femeninos –para los que posarían María, una modelo cordobesa, y Ana, bailarina y cantante murciana– y otro dos masculinos, en lo que quedarían retratados Javier y Miguel. Dos jóvenes pintores de Murcia y Logroño, respectivamente, vinculados a los cursos de Realismo que An­tonio y Andrés, artistas a los que les une una sincera amistad y varios proyectos profesionales en común, imparten anualmente en Olula del Río.

Así las cosas y con independencia del encargo melillense, los autores decidieron continuar indagando en las posi­bilidades expresivas de los modelos elegidos con dos nuevas propuestas artísticas cuya autonomía les ha llevado a trabajar en ellos como si de proyectos autónomos se tratase. Primero decidieron labrar los cuatro torsos en már­mol Thassos griego con el objeto de constituir un grupo escultórico en el que las figuras se potenciasen entre si y ofreciesen al espectador una imagen de gran belleza plástica, donde la juventud se manifiesta en toda su plenitud y esplendor, corporal o físico y mental. El conjunto, expuesto bajo el título de Juventud, recuperaba la tradición escultórica de la Antigüedad Clásica, tan definitoria e influyente en la trayectoria de Antonio López y del grupo de los Realistas de Madrid, y se incorporaba con naturalidad al discurso de la figuración contemporánea por mostrar tipologías humanas de nuestra época.

Tras la pureza clásica del mármol, Antonio y Andrés decidirían dar el siguiente paso inspirán­dose en nuestra tradición barroca/naturalista y la importancia que para el Arte español ha tenido desde el siglo XVII hasta nuestros días tanto la preocupación de los creadores por la Naturaleza y su representación fidedigna, como el deseo enfatizado de realidad del espíritu estético español, como contraposición a la idealización de las artes.

Así llegarían a la definición de las obras que ahora se presentan a la sociedad almeriense, aprovechando la estancia de Antonio López en tierras almerienses por la celebración del VIII Curso de Realismo que se imparte en el Museo Ibáñez de Olula del Río: cuatro torsos –Ma­ría, Miguel, Ana y Javier– sobre los que los artistas han llevado a cabo su particular ensayo de policromía en un intento –logrado– por recuperar la tradición de imaginería barroca –tan consustancial al Arte español– incorporándola al discurso del realismo contemporáneo, tanto desde el punto de vista del tratamiento del sujeto retratado –cuatro jóvenes de nuestra épo­ca, presentados por parejas ante el espectador en actitudes hieráticas y naturales, rebosan­tes de vida–, como en el soporte escultórico y la técnica de policromía utilizada: unos torsos realizados en resinas sintéticas sobre los que los artistas han aplicado el óleo directamente en varias capas, con matices y sombreados análogos a la pintura de caballete, con el fin de obtener un resultado lo más fidedigno posible a los modelos originales, aunque, fieles al hacer característico de ambos pintores, sin caer en la tentación hiperrealista.